sábado, 3 de febrero de 2007

Leer Libera: Entrega XVI (Las leyes fundamentales de la estupidez humana)


Por los acontecimientos que he vivido, afrontado, padecido y observado en estas primeras semanas del 2007, empecé a darle vueltas a un tema al que vuelvo a menudo: la estupidez del ser humano; y se me vino a la cabeza un libro que hace muchos años pude hojear con alguna frecuencia en la biblioteca de la Universidad de Cartagena, escrito por Paul Tabori, un ciudadano húngaro, creo que a finales del siglo XIX: La historia de la Estupidez Humana. Como no tenía el libro, les escribí a mis amigas Myriam y Carmen, de la Biblioteca Virtual Brisa para que me enviaran el libro de Tabori y otros que hablaran de ese tema, para mi apasionante. Me enviaron dos libros, el de Tabori y otro, que es el que les hago llegar en esta entrega de Leer Libera.


Siempre me ha fascinado la estupidez. La mía, por supuesto; y eso es una causa suficientemente grande de ansiedad. Pero las cosas se vuelven mucho peores cuando uno tiene la oportunidad de ver como la “Gente Grande toma Decisiones Grandes”.

Generalmente tendemos a culpar a la perversidad intencional, a la malicia astuta, la megalomanía, etc. de las malas decisiones. Están allí, por supuesto; pero cualquier estudio cuidadoso de la historia, o de los eventos actuales, lleva a la invariable conclusión que la fuente más grande de los terribles errores, es la pura estupidez. Cuando se combina con otros factores, como la juventud, la riqueza, el poder, el temor o la pobreza, (como sucede a menudo) los resultados pueden ser devastadores.

Otra cosa que me sorprende (¿o no debería?) es el escaso material dedicado al estudio de un tema tan importante. Existen departamentos universitarios para analizar las complejidades matemáticas de los movimientos de las hormigas del Amazonas, o la historia medieval de las islas Mauricio, pero nunca he sabido de una Fundación o Consejo Consultivo que apoye los estudios de la Estupidología. ¿Se podría llamar así a esa disciplina?

Si existe una obra digna de ser leída por todos, y de manera obligatoria para algunos, creo que es este libro de Tabori, admirable trabajo investigativo, con un detallado análisis de lo que la conducta humana en materia de estupidez puede desarrollar. Con maestría expone las leyes fundamentales de la estupidez humana, las distintas categorías de estupideces y de estúpidos, hasta llevarnos al poder que alcanza la estupidez, cuando "criaturas humanas estúpidas" (así les llama) influyen sobre otras y en distintas intensidades, y dice: "Algunos estúpidos causan normalmente perjuicios limitados, pero hay otros que llegan a ocasionar daños terribles, no ya a uno o dos individuos, sino a comunidades o sociedades enteras”. La capacidad de hacer daño que tiene una persona estúpida depende de dos factores principales: del factor genético y del grado de poder o autoridad que ocupa en la sociedad.

Como puede inferirse, el análisis de la tontería humana es tan antiguo como esta misma y de ese análisis surge una sentencia que golpea como puño: La estupidez es un privilegio de la inteligencia humana. Solo el hombre puede cometerla. Algunos nacen estúpidos, otros alcanzan el estado de estupidez, y hay individuos, a quienes, la estupidez se les adhiere. Pero la mayoría son estúpidos no por influencia de sus antepasados o de sus contemporáneos. Es el resultado de un duro esfuerzo personal. Hacen el papel de tonto. En realidad, algunos sobresalen y hacen el tonto cabal y perfecto. Naturalmente, son los últimos en saberlo, y uno se resiste a ponerlos sobre aviso, pues la ignorancia de la estupidez, como nos enseñaba el profesor Carlos Angulo Valdés, (q.e.p.d), equivale a la bienaventuranza.

Leía en una revista, que entre las dos guerras, en Europa Central existió un insulto común, que adoptaba la forma de una pregunta. Solía preguntarse: “Dígame.... ¿duele ser estúpido?” Desgraciadamente, no duele. Si la estupidez se pareciera al dolor de muelas, ya se habría buscado hace mucho la solución del problema.

Aunque, a decir verdad, la estupidez duele, sólo que rara vez le duele al estúpido. Y esta es una de las más grandes tragedias del mundo.

El segundo texto que Myriam y Carmen me hicieron llegar a finales de enero de 2007 y que hoy quiero compartir con ustedes, es un texto corto, realmente un ensayo de 15 páginas, que según me dicen este par de amigas, es uno de los trabajos más divulgados de Carlo M. Cipolla, historiador italiano, de quien hasta ahora y debo confesarlo, no había oído nombrar.

El texto, es un breve análisis económico, demográfico e histórico de la estupidez humana que publicó en su libro "Allegro ma non troppo" de 1988. Si mi precario italiano no me falla, el titulo del libro donde está el ensayo, debe traducirse como: “Feliz, pero no demasiado”

Ellas me cuentan que no es su trabajo más formal, ni el mas serio, ni el que le dio más prestigio académico, pero después de no parar de reírme en las tres leídas que le he dado a sus verdades tan grandes como catedrales, me atrevo a hacer aquí una presentación somera de su contenido, en la confianza de pueda servir de aviso a ustedes sobre lo que encontraran y contribuir así al progreso del conjunto de la sociedad. Je, je, je, je.

El ensayo se llama: Las leyes fundamentales de la estupidez humana, en el, Cipolla plantea las cinco leyes fundamentales de la estupidez humana:

  • La Primera Ley Fundamental: " Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo".
  • La Segunda Ley Fundamental: " La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona
  • La Tercera Ley Fundamental: " Una persona estúpida es una persona que causa daño a otra o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio".
  • La Cuarta Ley Fundamental: " Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas.
  • La Quinta Ley Fundamental: " La persona estúpida es el tipo de persona más peligroso que existe. El estúpido es más peligroso que el malvado".

Y establece las cuatro categorías fundamentales de personas

Los incautos

Los inteligentes

Los malvados

Los estúpidos

¿Leído el ensayo se aventurarían ustedes a tratar de ubicar nombres de personajes del ámbito internacional, nacional, local o de nuestro entorno laboral y domestico que podrían hacer parte de este vademécum? Lo he hecho varias veces y mi nombre no tarda en aparecer, lo cual por supuesto me remite a mi pregunta original y dolorosa: ¿soy estúpido?

He pasado varias pruebas de coeficientes de inteligencia con buenas calificaciones. Desafortunadamente, sé como funcionan estas pruebas y que estas nada demuestran.

Varias personas me han dicho que soy inteligente. Pero eso tampoco demuestra algo. Estas personas pueden ser tal vez muy consideradas como para decirme la verdad. O a la inversa, podrían estar intentando usar mi estupidez para sus propios fines ventajosos. O podrían ser tan estúpidos como yo.

Quedo con un pequeño asomo de esperanza: muy a menudo estoy intensamente consciente de cuan estúpido soy (o he sido). Y esto indica que no soy completamente estúpido.

He tratado de ubicarme en la matriz de Cipolla, utilizando lo más que sea posible resultados medibles de acciones, en lugar de opiniones, como un termómetro. Dependiendo de la situación, parece que deambulo alrededor del lado superior de la malla, entre las áreas H e I; pero en algunos casos quedo desesperadamente perdido en He. Tan solo deseo quedar ubicado en el lado derecho de la diagonal con tanta frecuencia como lo creo.

Después de tres lecturas al texto, me atrevo a proponerles a ustedes algunos corolarios adicionales a las cinco leyes fundamentales. Los insto a proponer otros:

  • En cada uno de nosotros hay un factor de estupidez, que siempre es más grande de lo que suponemos.
  • Cuando la estupidez de una persona se combina con la estupidez de otras, el impacto crece de manera geométrica --es decir, por multiplicación, no adición, de los factores individuales de estupidez.
  • La combinación de la inteligencia en diferentes personas tiene menos impacto que la combinación de la estupidez, porque (Cuarta Ley de Cipolla) " la gente no estúpida tiende siempre a subestimar el poder de daño que tiene la gente estúpida".

Como siempre, hasta otro envío de Leer Libera y a disfrutar pues.

Un abrazo,

Omar

PD. Quien desee el texto de Tabori, me cuenta y se lo mando.

El Autor: Carlo M. Cipolla (1922-2000)

Historiador italiano especializado en la historia de la economía. Nacido en Pavía, estudió en la Sorbona y en la London School of Economics. Empezó a trabajar en la Universidad de Catania, en Sicilia, pasando después por las universidades de Venecia, Turín, Florencia, Pavía y Pisa. En 1959 se incorporó a la Universidad de California en Berkeley donde permaneció hasta su retiro en 1991, como Profesor Emérito de Historia Económica.

Fue un autor prolífico, creativo y con diversidad de intereses. Su autoridad fue siempre reconocida en la historia económica, especialmente en la historia del dinero y de la población, pero trabajó también en la historia de la tecnología, la alfabetización y los sistemas sanitarios. Sus primeros estudios se centraron en la evolución de la moneda en el ámbito mediterráneo a finales de la edad media, destacando su libro Moneda, precios y civilización en el área mediterránea (1956). Posteriormente realizó notables contribuciones a las respectivas historias de la técnica, de la alfabetización y de los sistemas sanitarios. Obras significativas de estos temas fueron Hombres, técnicas, economía (1962), Educación y desarrollo en Occidente (1969), Contra el enemigo invisible (1985) y Miasmas y humores (1989). Muy interesado por la incidencia de la demografía en la economía, quizá sus trabajos más importantes fueron Historia económica de la población mundial (1962) e Historia económica de la Europa preindustrial (1974). También fue director de la monumental Historia económica de Europa (9 vols., 1972-1976). Entre sus últimos ensayos merece especial mención el titulado La odisea de la plata española (1999).

Obtuvo numerosos reconocimientos y honores, desde el doctorado honorífico en medicina por la universidad de su Pavía natal, hasta la membresía en la Royal Historical Society of Great Britain, la American Academy of Arts and Sciences, y la Accademia dei Lincei, a la que había pertenecido Galileo.

Tomado de:

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http://bibliotecavirtualbrisa.com/

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