Es bastante complicado sentirse bien cuando tienes a tu lado a alguien amargándote la existencia. Hay personas que nos someten emocionalmente y apenas nos damos cuenta.
En este sentido, lo cierto es que estamos tan acostumbrados a
sentirnos en la obligación de aguantar a los demás y sacrificarnos que
no nos permitimos mirar por nosotros y liberarnos de este tormento.
De esta manera, tenemos que conseguir alejarnos de todo aquello que
mina nuestra moral, merma nuestra autoestima y bloquea nuestra capacidad
de creación. Para ello, en principio tenemos que controlar el papel que desempeñan nuestras expectativas. A estas alturas ya debemos saber que esperamos tanto de los demás que somos incapaces de aceptar la realidad tal y como es.
O sea, que nos empeñamos en mantener una imagen de los demás que somos incapaces de sostener.
Esto ocurre por muchos motivos, principalmente porque la gente cambia,
porque con el tiempo nos muestran su verdadera cara, porque nosotros
cambiamos o porque nos damos cuenta de la realidad.
En este contexto, lo importante es poner en orden nuestras esperanzas
y analizar qué es lo que nos ha conducido hasta la agonía emocional que
vivimos. Sea como sea, alejarse de alguien o de algo y tomar perspectiva es un proceso lento y, en ocasiones, doloroso.
Por eso, tenemos que armarnos de valor y comprender que todo redundará en un beneficio, a pesar de que al principio nos cueste entenderlo como tal. Cuando logramos salir de este tipo de ambientes, el cambio y el orgullo que sentimos es inmenso.
Obsequia a quien te daña con tu indiferencia
Cuando nos percatamos de que alguien nos está ahogando emocionalmente sentimos la necesidad de huir.
En este sentido, hay veces que no podemos llevar a cabo una fuga
física, pues la persona que nos amarga pertenece a nuestra familia o a
nuestro entorno laboral, por ejemplo.
Sea no posible la huida, lo importante es alcanzar la capacidad de ignorar emocionalmente a esas personas que nos están haciendo daño. O sea, tenemos que regalarles, como compensación, nuestra ausencia.
En realidad esto no es para nada sencillo, ya que al principio genera
dentro de nosotros un conflicto importante. Sin embargo, jugamos con la
ventaja de conocer a nuestro “enemigo”, lo que nos ayuda a predecir sus
comportamientos y actuar en consecuencia.
Esto es útil para gestionar los primeros momentos a la hora de
trabajar nuestra indiferencia… Mientras tanto debemos conseguir
querernos y reafirmarnos, ayudando a nuestras emociones a protegerse de
los intercambios tóxicos. En definitiva, que debemos aspirar a ignorar ciertas actitudes dañinas como las siguientes:
1. Las críticas. Solo nosotros podemos darle validez
a las opiniones de los demás. Hay gente que se pasa la vida opinando de
manera infundada y sin ningún criterio sobre nuestras decisiones y
nuestra vida. Sabiendo esto, párate a pensar si lo que esa persona a
dicho te aporta algo positivo o no.
2. El egoísmo. Vivimos en un mundo en el que,
tristemente, los intereses y los egoísmos desempeñan un papel más que
relevante. De hecho, nos han enseñado a ser individualistas en exceso,
por lo que no es de extrañar que nos encontremos siendo marionetas de
las pretensiones de los demás.
3. El autoensalzamiento y el menosprecio. Hay
personas verdaderamente capaces de frustrar a los demás haciéndoles
sentir menos capaces y mermando su autoestima. Así, podemos encontrarnos
con alguien que ensalza su exclusividad o pretende hacernos creer que
nosotros nunca conseguiremos algo. Ten muy claro que la potestad sobre
tus logros la tienes tú, no los demás.
Piensa que no tiene mucho sentido seguir aguantando que alguien te bombardee con mensajes negativos, no te machaques mas de lo inevitable y date cuenta que no todo el mundo tiene siempre buenas intenciones. Recuerda que la vida es demasiado corta como para respirar angustiado.
Nadie tiene derecho a pensar y decidir por ti. Esa es gente tóxica y negativa. Una cosa es ayudarte y otra anularte.
Adaptado de: http://rincondeltibet.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario